miércoles, 30 de abril de 2014

EL PROBLEMA




Cierto día en un monasterio budista tibetano, encontraron muerto a uno de sus guardianes y fue preciso encontrar un sustituto. El Gran Maestro convocó a todos los discípulos para determinar quién sería el nuevo centinela. El Maestro, con mucha tranquilidad y calma, colocó una magnífica mesita en el centro de la enorme sala en la que estaban reunidos y encima de ésta, colocó un jarrón de porcelana muy raro, y en él, una rosa amarilla de extraordinaria belleza y dijo: "Aquí está el problema“. Asumirá el puesto el primer monje que lo resuelva. Todos quedaron asombrados mirando aquella escena: un jarrón de gran valor y belleza, con una maravillosa flor en el centro. ¿Qué representaría? ¿Qué hacer?, ¿Cuál es el enigma? En ese instante, uno de los discípulos sacó una espada, miró al Gran Maestro, y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y... ¡ZAZ! Destruyó todo de un solo golpe. Tan pronto el discípulo retornó a su lugar, el Gran Maestro dijo: "Usted será el nuevo Guardián del Monasterio".
Moraleja de la Historia: No importa cuál sea el problema. Ni que sea algo lindísimo. Si es un problema, precisa ser eliminado, un problema es un problema, no importa que se trate de una mujer sensacional, de un hombre maravilloso o de un gran amor que se acabó, por más hermoso que sea o haya sido, si no tiene más sentido en tu vida, tiene que ser suprimido. Muchas personas cargan la vida entera el peso de cosas que fueron importantes en el pasado y que hoy solamente ocupan un espacio inútil en sus corazones y mentes, espacio que es indispensable para recrear la vida.
Existe un proverbio chino que dice: "Para que tú puedas beber vino en una copa que se encuentra llena de té, es necesario primero tirar el té, y entonces podrás servir y beber el vino“. Limpia tu vida, comienza por las gavetas, armarios, hasta llegar a las personas del pasado que no tienen más sentido y que están ocupando espacio en tu corazón. El pasado sirve como lección, como experiencia, como referencia, sirve para ser recordado, no revivido. Usa las experiencias del pasado en el presente, para construir tu futuro. ¡Necesariamente en ese orden! "Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos". No le digas a tu Dios que tienes un gran problema, dile a tu problema que tienes un gran Dios.



ACEPTAR LAS PROPIAS CONTRADICCIONES (Demián Bucay)



Una antiquísima historia zen cuenta que una serpiente reptaba un día por la jungla cuando oyó una voz que la llamaba. 

La serpiente giró su cabeza hacia el lugar del que provenía la voz, pero no vio a nadie. 

-¡Tú, cabezota, aquí! -volvió a escuchar. Y, al girarse, vio con sorpresa que era su propia cola la que, irguiéndose en forma amenazante, la increpaba: 

-Dime una cosa... ¿Puede saberse por qué vas siempre delante? 

La cabeza se sintió indignada ante tal cuestionamiento y respondió con vehemencia: 

-¡Pues porque soy la cabeza! Yo tengo los ojos para ver por dónde vamos, tengo el olfato para perseguir a nuestra presa y los dientes para morderla. ¿Tú qué tienes? Eres sólo un apéndice inservible. ¡Es gracias a mí por lo que avanzamos y sobrevivimos! 

-¿Ah si? - dijo desafiante la cola y, acto seguido, se enrolló alrededor del tronco de un árbol-. A ver si puedes avanzar ahora. 

La cabeza de la serpiente intentó llevar el cuerpo hacia adelante, pero le fue imposible. Lo intentó con más fuerza, pero no consiguió avanzar ni un centímetro. 

-De acuerdo -dijo entonces-, tú ganas. Venga, desenróllate y sigamos. 

-Sólo si me dejas ir delante -dijo la cola dispuesta a hacerle pagar la impertinencia.

A la cabeza no le gustó nada aquella idea pero sabía que, si seguía allí detenida por más tiempo, moriría de hambre. De modo que aceptó a regañadientes. Se intercambiaron los papeles y la serpiente anduvo un tiempo por la jungla con la cola delante y la cabeza detrás. De repente, la cabeza vio pasar un conejo: 

-¡Por allí, comida! -gritó. 

La cola llevó al cuerpo hacia donde creyó que la cabeza indicaba pero, por supuesto, dado que no tenía olfato, se equivocó y enfiló hacia un estanque de agua. 

-¡No! ¡Hacia el otro lado! - gritó la cabeza.

La cola cambió el rumbo pero volvió a equivocarse, con tan mala fortuna que esta vez se dirigió directamente hacia un barranco. 

Al no poder ver hacia dónde iba, la serpiente cayó por el barranco y murió. 

Al igual que la serpiente de la historia, también nosotros tenemos en nuestro interior distintas partes, diferentes aspectos de nuestro ser. 

Con mucha frecuencia, estos aspectos entran en conflicto, es decir, piensan, sienten o quieren cosas distintas. 

De hecho, esto nos sucede todos los días y, en general, no nos ocasiona problemas; es lo que se manifiesta como nuestro diálogo interior.



¿A QUIEN PERTENECE EL OBSEQUIO?



Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda, de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario. 

Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante. 

El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con la reputación del samurai, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama.

Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. 

Juntos, todos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos -ofendiendo incluso a sus ancestros-. 

Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. 

Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró. 

Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron: 

-¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros? 

El maestro les preguntó: 

-Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿A quién pertenece el obsequio?

 -A quien intentó entregarlo- respondió uno de los alumnos.  

-Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos -dijo el maestro-. 

Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo.


EL PODER DEL AHORA (Eckhart Tolle)



Establece tu residencia en el Ahora y haz breves visitas al pasado y al futuro. 

El viaje de tu vida tiene un propósito externo y otro interno. 

El propósito externo es llegar a tu meta o destino (...) 

El propósito interno, no tiene nada que ver con a dónde vas o con qué estas haciendo sino con como eres. 

La condición de satisfacción o logro habitualmente se proyecta una vez más hacia un punto imaginario lejos del aquí y el ahora. 

"Cuando logre esto o esté libre de aquello, estaré bien". 

Esta es la actitud mental inconsciente que crea la ilusión de la salvación en el futuro. 

La verdadera salvación es un estado de liberación del miedo, del sufrimiento, de un estado percibido de carencia y de insuficiencia y por lo tanto de todo deseo, necesidad, codicia, apego. 

Es la libertad del pensamiento compulsivo, de la negatividad y sobre todo del pasado y el futuro como una necesidad psicológica. 

Tu mente dice que no puedes llegar allá desde aquí. Tiene que suceder algo o tienes que volverte esto o aquello antes de poder ser libre y realizado. 

Te dice de hecho que necesita tiempo, que necesita encontrar, ordenar, hacer, lograr, adquirir, llegar a ser o comprender algo antes de ser libre o completo.  Ves el tiempo como un medio de salvación, mientras que en verdad este es el mayor obstáculo para la salvación. 

Piensas que no puedes llegar a ella desde donde estás y siendo quien eres en este momento, porque todavía no estás completo o no eres suficientemente bueno, pero la verdad es que aquí y ahora es el único punto donde puedes llegar a ella. 

"Llegarás" allá dándote cuenta de que estás ya allá.

 El ego se percibe a sí mismo como un fragmento separado en un universo hostil. Quejarse es siempre falta de aceptación de lo que es. (...) 

Sal de la situación o acéptala. (...) 

Si realmente no hay nada que puedas hacer para cambiar tu aquí y ahora, y no puedes alejarte de la situación, entonces acéptalo totalmente soltando cualquier resistencia interior. 

Cuando estas lleno de problemas, no hay espacio para que entre algo nuevo, no hay espacio para las soluciones.