viernes, 17 de septiembre de 2010

LO DIO TODO (Donna Levine)



LO DIO TODO Donna Levine

El hombre que estaba tras el mostrador, miraba la calle distraídamente.

Una niñita se aproximó al negocio y apretó la naricita contra el vidrio de la vitrina. Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado objeto. Entró en el negocio y pidió para ver el collar de turquesa azul.

-Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien bonito?. -dice ella.

El dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le preguntó:

-¿Cuánto dinero tienes?

Sin dudar, ella sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo feliz:

-¿Eso llega?.

Eran apenas algunas monedas que ella exhibía orgullosa.

-Sabe, quiero dar este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es el cumpleaños de ella y tengo el convencimiento que quedará feliz con el collar que es del color de sus ojos.

El hombre fue para la trastienda, colocó el collar en un estuche, envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde.

-Toma, dijo a la niña. Llévalo con cuidado.

Ella salió feliz corriendo y saltando calle abajo.

Aún no acababa el día, cuando una linda joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho e indagó:

-¿Este collar fue comprado aquí?

-Si señora.

-¿Y cuánto costó?

-Ah!, -habló el dueño del negocio- El precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente.

La joven continuó:

-Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas. El collar es verdadero, ¿no? Ella no tendría dinero para pagarlo.

El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, colocó la cinta y lo devolvió a la joven.

-Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar. ELLA DIO TODO LO QUE TENÍA.

El silencio llenó la pequeña tienda y dos lágrimas rodaron por la faz emocionada de la joven en cuanto sus manos tomaban el pequeño envoltorio.

¿QUÉ ES EL AMOR? (Anthony de Mello)



¿QUÉ ES EL AMOR?

Fíjate en la rosa:
¿puede acaso decir la rosa: 'Voy a ofrecer mi fragancia a las buenas personas y negársela a las malas'?

¿O puedes tú imaginar una lámpara que niegue sus rayos a un individuo perverso que trate de caminar a su luz?

Sólo podría hacerlo si dejara de ser una lámpara.

Observa cuán necesaria e indiscriminadamente ofrece el árbol su sombra a todos, buenos y malos, jóvenes y viejos, altos y bajos, hombres y animales y cualesquiera seres vivientes... incluso a quien pretende cortarlo y echarlo abajo.

Ésta es, pues, la primera cualidad del amor: su carácter indiscriminado.

Por eso se nos exhorta a que seamos como Dios,
'que hace brillar su sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos; sed, pues, buenos como vuestro Padre celestial es bueno'.

Contempla con asombro la bondad absoluta de la rosa, de la lámpara, del árbol... porque en ellos tienes una imagen de lo que sucede con el amor.

¿Cómo se obtiene esta cualidad del amor?
Todo cuanto hagas únicamente servirá para que tu amor sea forzado, artificial y, consiguientemente, falso, porque el amor no puede ser violentado ni impuesto. No hay nada que puedas hacer. Pero sí hay algo que puedes dejar de hacer.

Observa el maravilloso cambio que se produce en ti cuando dejas de ver a los demás como buenos y malos, como justos y pecadores y empiezas a verlos como inconscientes e ignorantes.

Debes renunciar a tu falsa creencia de que las personas pueden pecar conscientemente. Nadie puede pecar 'a conciencia'. En contra de lo que erróneamente pensamos, el pecado no es fruto de la malicia, sino de la ignorancia. '

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen...'
Comprender esto significa adquirir esa cualidad no discriminatoria que tanto admiramos en la rosa, en la lámpara, en el árbol...

La segunda cualidad del amor es su gratuidad.

Al igual que el árbol, la rosa o la lámpara, el amor da sin pedir nada a cambio.

¡Cómo despreciamos al hombre que se casa con una mujer, no por las cualidades que ésta pueda tener, sino por el dinero que aporta como dote...!

De semejante hombre decimos, con toda razón, que no ama a la mujer, sino el beneficio económico que ésta le procura.

Pero ¿acaso tu amor se diferencia algo del de ese hombre cuando buscas la compañía de quienes te resultan emocionalmente gratificantes y evitas la de quienes no lo son; o cuando te sientes positivamente inclinado hacia quienes te dan lo que deseas y responden a tus expectativas, mientras abrigas sentimientos negativos o mera indiferencia hacia quienes no son así?

De nuevo, sólo necesitas hacer una cosa para adquirir esa cualidad de la gratuidad que caracteriza al amor:

abrir tus ojos y mirar.

El simple hecho de mirar y descubrir tu presunto amor tal como realmente es, como un camuflaje de tu egoísmo y tu codicia, es esencial para llegar a adquirir esta segunda cualidad del amor.

La tercera cualidad del amor es su falta absoluta de auto-conciencia, su espontaneidad.

El amor disfruta de tal modo amando que no tiene la menor conciencia de sí mismo.

Es lo mismo que ocurre con la lámpara, que brilla sin pensar si beneficia o no a alguien; o con la rosa, que difunde su fragancia simplemente porque no puede hacer otra cosa, independientemente de que haya o deje de haber alguien que disfrute de ella; o con el árbol que ofrece su sombra...

La luz, la fragancia y la sombra no se producen porque haya alguien cerca, ni desaparecen cuando no hay nadie, sino que, al igual que el amor, existen con independencia de las personas.

El amor, simplemente, es, sin necesidad de un objeto.

Y esas cosas (la luz, la sombra, la fragancia) simplemente, son, independientemente de que alguien se beneficie o no de ellas.

Por tanto, no tienen conciencia de poseer mérito alguno o de hacer bien.

Anthony de Mello

EL DULCE SABOR DE UNA MUJER EXQUISITA (Gabriel García Márquez)



EL DULCE SABOR DE UNA MUJER EXQUISITA

Una mujer exquisita no es aquella que más hombres tiene a sus pies, si no aquella que tiene uno solo que la hace realmente feliz.

Una mujer hermosa no es la más joven, ni la más flaca, ni la que tiene el cutis más terso o el cabello más llamativo, es aquella que con tan solo una sonrisa y un buen consejo puede alegrarte la vida.

Una mujer valiosa no es aquella que tiene más títulos, ni más cargos académicos es aquella que sacrifica su sueño por hacer felices a los demás.

Una mujer exquisita no es la más ardiente, sino la que vibra al hacer el amor con el hombre que ama.

Una mujer interesante no es aquella que se siente halagada por ser admirada por su belleza y elegancia, es aquella mujer firme de carácter que puede decir no.

Y un hombre,
un hombre exquisito es aquel que valora una mujer así.

Gabriel García Márquez

APEGOS (Anthony de Mello)



APEGOS

Un pájaro herido no puede volar, pero un pájaro que se apega a una rama de árbol, tampoco.
¡Deja de apegarte al pasado!

Dice el proverbio hindú:
"El agua se purifica fluyendo; el hombre, avanzando".

El mundo está lleno de sufrimiento; la raíz del sufrimiento es el apego; la supresión del sufrimiento significa la eliminación, el abandono de los apegos.

Hay un deseo común, que es el cumplimiento de lo que se cree que va a dar felicidad al yo, al ego. Ese deseo es apego, porque ponemos en él la seguridad, la certeza de la felicidad.

Es el miedo el que nos hace desear la felicidad, y ella no se deja agarrar. Ella es. Esto sólo lo descubrimos observando, bien despiertos, viendo cuándo nos mueven los miedos y cuándo nuestras motivaciones son reales.

Si nos aferramos a los deseos, es señal de que hay apego.

¿Abandonar los apegos significa apartarse del mundo material?
La respuesta es:
¡No!

Uno usa el mundo material, uno goza el mundo material, pero no debe hacer depender su felicidad del mundo material.

¿Está esto suficientemente claro?
Uno comienza a gozar las cosas cuando está desapegado, porque el apego produce ansiedad.

Si estás ansioso cuanto te aferras a algo, difícilmente podrás gozarlo.

Por lo tanto, lo que te propongo no es una renuncia al goce:
es una renuncia a la posesividad, a la ansiedad, a la tensión, a la depresión frente a la pérdida de algo.

¿De dónde crees que provienen todos los conflictos?
De los apegos.

¿De dónde crees que proviene el sufrimiento?
De los apegos.

¿De dónde crees que proviene la soledad?
De los apegos.

¿De dónde crees que proviene el vacío?
Tú lo sabes: el origen es el mismo.

¿De dónde crees que provienen los temores?
También de los apegos.
Sin apego no hay temor.

¿Lo pensaste alguna vez?
Sin apego no hay temor.

Anthony de Mello